Apple presentó en 2018 una triple propuesta en su gama alta, y el iPhone XS se posiciona como la opción intermedia. No es el modelo más grande ni el más económico, pero integra lo mejor del hardware móvil de la marca. En esta oportunidad, lo pusimos a prueba en un análisis a fondo para evaluar si realmente cumple con las expectativas.
Aunque se sitúa en la mitad de la gama en cuanto a precio, en dimensiones se convierte en el modelo más compacto de la línea. El iPhone XS comparte prácticamente todo con su hermano mayor, el iPhone XS Max, salvo el tamaño de la pantalla. Llega equipado con un nuevo procesador, mayor memoria RAM, cámaras mejoradas, la versión más reciente de iOS y un precio que supera los 1.000 euros. ¿Está a la altura de lo que promete Apple? Lo revisamos en detalle.
Especificaciones técnicas del iPhone XS
El iPhone XS cuenta con unas dimensiones de 143,6 x 70,9 x 7,7 milímetros y un peso de 177 gramos. Su pantalla OLED de 5,8 pulgadas ofrece una resolución de 2.436 x 1.125 píxeles, alcanzando los 458 píxeles por pulgada.
Incorpora el chip A12 Bionic de seis núcleos, fabricado en 7 nanómetros, acompañado de una GPU de cuatro núcleos diseñada por Apple. La memoria RAM es de 4 GB, y las opciones de almacenamiento interno son de 64, 256 y 512 GB, sin posibilidad de expansión mediante microSD.
El apartado de conectividad incluye LTE, Wi-Fi 802.11ac con MIMO, Bluetooth 5.0 y NFC. En cuanto a las cámaras, presenta un sistema dual trasero de 12 megapíxeles (gran angular y teleobjetivo) con apertura f/1.8 y f/2.4 respectivamente, estabilización óptica de imagen en ambas lentes, zoom óptico y grabación de video en 4K. La cámara frontal es de 7 megapíxeles con apertura f/2.2 y grabación en 1080p.
Otras características destacadas son FaceID, resistencia al agua con certificación IP68, 3D Touch y compatibilidad con sistemas de localización como GLONASS, Galileo y QZSS. Su batería tiene una capacidad de 2.658 mAh.
Diseño: el nuevo estándar de Apple
La evolución en diseño dentro de Apple no suele ser inmediata, pero desde el iPhone X ya se notaba un cambio radical que el iPhone XS confirma. Frente a una competencia que cada vez reducía más los marcos, Apple finalmente apostó por un frontal más moderno, dejando atrás su tradicional simetría.
El iPhone XS mantiene las mismas dimensiones y acabados del iPhone X, diferenciándose únicamente en los nuevos tonos de color. El diseño está compuesto por bordes cromados que conectan perfectamente los dos paneles de vidrio, generando un efecto de continuidad que se rompe apenas con el logotipo de la marca y el módulo de la cámara.
El dispositivo resulta muy cómodo en mano. Aunque su peso aumenta levemente en tres gramos respecto al iPhone X, la diferencia es prácticamente imperceptible. La sensación al sostenerlo, tanto en ergonomía como en agarre, se mantiene excelente.
La disposición de los botones sigue siendo la adecuada, respetando la interacción sin botón físico central que se instauró con el iPhone X. En la parte inferior se mantiene el altavoz principal, colocado estratégicamente para evitar ser obstruido al usar el teléfono, acompañado por el puerto de carga, aunque nuevamente sin puerto de audífonos.
En este análisis trabajamos con la versión en color dorado. Cabe señalar que el “oro” se aprecia principalmente en el marco metálico, mientras que la parte trasera muestra un tono rosado cálido que, debido al acabado en vidrio, tiende a acumular huellas dactilares con facilidad. Sin duda, un paño de microfibra se convertirá en un aliado imprescindible para mantenerlo impecable.
Conclusión inicial
El iPhone XS ofrece una evolución clara para quienes ya forman parte del ecosistema Apple, con mejoras notables en potencia, cámaras y resistencia. Sin embargo, frente a una competencia que avanza con innovación más agresiva y precios más competitivos, las mejoras podrían no ser suficientes para conquistar a quienes buscan más que una simple actualización.